GRACIAS POR DARME, AMOR, TU AIROSA FLECHA.
Gracias por darme, Amor, tu airosa flecha
que me ensangrienta en horas ya de ocaso:
lapso en que al corazón ronda el misterio
con su respiración de leopardo...
Tiempo y conocimiento no menguaron
mi intrepidez, mecida entre relámpagos.
La intemperie es mi patria, no el sosiego.
Amo la intensidad, no lo que dura.
Y gracias por Preciosa. Hallé en sus ojos
al enigma enfrentado en el espejo:
si hay que morir, que sea enamorado.
Desde que hundí mi rostro entre sus senos
nostalgia apenas soy de su tersura,
nunca más voluntad ni pensamiento.
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